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Con la emergencia sanitaria se establece una igualdad interesante entre trabajadores que en el pasado eran muy diferentes entre sí, me refiero a los trabajadores remotos considerados como un grupo minoritario que siempre trabajó desde casa y los trabajadores nómadas que salían a diario a la calle a ejercer su actividad, no obstante, ahora todos por igual y sin distinción alguna parece que hacemos lo mismo.

 

El teletrabajo solía ser exclusivo de profesionales como por ejemplo; genios informáticos, compositores, diseñadores, vendedores, escritores de poesía y literatura, nerds, catalogados como empleados externos, colaboradores y asesores con contratos temporales y finitos, cuyas condiciones laborales eran distintas, sin temor a equivocarme existía una concepción de inferioridad por debajo de aquellos empleados fijos que se encontraban en el mismo lugar todos los días, a las mismas horas, gozando de beneficios laborales que otorga una empresa.

 

Aquellos trabajadores que por obligación tuvieron que migrar a casa para seguir trabajando y convertirse en virtuales o remotos después de años como nómadas, hoy en día prefieren no regresar a la oficina o a misma rutina anterior mientras se necesiten medidas sanitarias de seguridad. La experiencia ahora masiva y mundial del teletrabajo impuesta por la pandemia, ha sido un éxito que ha sorprendido tanto a los trabajadores como a los supervisores, precisamente por los resultados en el rendimiento acompañado de una nueva cultura de producción que ajustó los horarios y el ritmo de trabajo tan confuso al principio.

 

El COVID-19 trazó un camino de no retorno, el teletrabajo se globalizó, llegó para quedarse, la mayoría de nosotros, amigos, familia, conocidos y desconocidos trabajamos desde casa, sin distinción en la escala de valores organizacionales, conocemos el motivo y sin importar a qué sector te dediques lo importante es producir.

 

Tratando de ser objetiva, a estas alturas presumo que la nueva forma de trabajar podría afectar la salud física y mental de aquellos que la practicamos porque la actividad física disminuye significativamente y el trabajo remoto cierra un círculo social que desaparece el entorno de compañeros de trabajo que incluía almuerzos laborales en grupo con reuniones espontáneas que generaban nuevas ideas o proyectos, por lo cual no necesariamente todo el mundo querrá hacerlo para siempre.

 

Sin embargo, me inclino a favor de los que aplauden el teletrabajo como un éxito, la modalidad influirá directamente en la contratación de nuevos empleados y en la forma en que los jefes o supervisores se van a relacionar con los trabajadores en materia de vacaciones, permisos, reposos, ascensos, despidos, aumento de sueldo, formación y entrenamiento.

 

Con la certeza de la incertidumbre actual, para NO trabajar en lo que sea, te recomiendo que inviertas tiempo en formación y cursos incluso gratuitos para aumentar tus conocimientos sobre herramientas digitales disponibles de uso masivo por parte de empresas y empleadores que exigen cada vez más el dominio no sólo del inglés, sino de programas y aplicaciones tecnológicas que posibilitan el trabajo remoto tan demandado en estos tiempos.

 

 

Dile No a trabajar en lo que sea. Ánimo.